lunes, 15 de octubre de 2018

"Tengo los martes y los jueves, un vuelco en el corazón"


Así empezaba un pasodoble de la comparsa gaditana de Tino Tovar, "La canción de Cadiz". La copla reflejaba muchas de las escenas habituales del padre separado español: "y aunque sea de 5 a 7, ya con eso me das la vida"; "llevo la incertidumbre de verte tan poco, seré "pa'ti" yo importante".



El pasodoble relata todas las dudas y los miedos de ese padre separado, ese padre que vive alejado de sus hijos, que no sabe si sus hijos le tendrán como figura paterna o simplemente lo verán como el que viene a recogerle dos tardes a la semana o un fin de semana alterno. Los miedos por no saber como explicarle que tu ausencia no es deseada, que quisieras pasar más tiempo con ellos, que echas de menos las cosas más cotidianas como desayunar juntos o leerles un cuento antes de dormir pero que no puedes.

Cuando una pareja con hijos se rompe, se crean dos núcleos familiares en casi todos los países. Así tras el divorcio la familia queda divida en: papá y su núcleo familiar por un lado y mamá y su núcleo familiar por el otro. Los hijos viven con ambos, comparten su día a día con ambos y viven con normalidad en ir unos días con papá y otros con mamá. Ya sea con mamá y su nueva pareja o mamá sola y viceversa. En España esto es una quimera. Por un lado tenemos al núcleo familiar de mamá con los niños (y nueva pareja o no) y papá que o bien vive sólo o con la nueva pareja o bien ha tenido que volver a casa de los abuelos por motivos económicos. Mamá disfruta de los niños todos los días menos un par de tardes o una tarde y un fin de semana de cada dos. El padre sin embargo pasa de una vida familiar con pareja e hijos a vivir en soledad. No sólo acaba tu relación de pareja sino que también tu rol como padre. Pasas de cenar cada día con tus hijos (desayunar, comer, merendar depende del horario laboral) a cenar sólo. Vuelves al domicilio que deja de ser hogar (porque quién lo hacía hogar era la sonrisa de esos críos que ya no están) y todo lo que tienes es una casa vacía (si la conservas), llena de recuerdos, fotos desperdigadas por aquí y por allá, los pocos juguetes que dejaron en algún cajón de Ikea.

Estudios psicológicos admiten que los hombres tardan 5 años en pasar el "duelo" por el divorcio o separación. Obviamente las estadísticas no son matemáticas puras y cada persona es un mundo. Pero bien es cierto que el hombre tarda más en recuperarse. Primero de todo porque, en muchas ocasiones, pierde bastantes de las amistades comunes (que suelen tomar partido hacia la madre), pierdes la confianza en ti mismo (tienes miedo a volver a intentarlo y que te vuelva  a pasar lo mismo), pero sobre todo sientes que estas trabajando día a día para nada: otra persona esta criando a tus hijos, los arropa cada noche. En algunos casos el duelo es mayor, ya que  la madre rehace su vida y tienes que ver como otro hombre es el que disfruta del tiempo que a ti se te es negado y se encarga de hacer lo que tu no puedes: educarles.

Muchas veces centramos el tema de la separación desde la perspectiva más materialista: el padre pierde la casa, tiene que pagar hipoteca, tiene que pagar manutención. Pero nos olvidamos de la vertiente sentimental. El padre pasa de vivir 365 días con los hijos (pases menos o más tiempo con ellos debido a tu trabajo) a vivir 121 días (si tienes suerte de tenerles cada fin de semana, que muchos padres ni siquiera tienen eso y porque los periodos de vacaciones si se aplica un régimen parecido a la compartida y eso infla la estadística). Nadie piensa que se ha de hacer un calculo y dividir al hijo en 182,5 días para cada uno. Los hijos no son un coche que puedas tener en renta o una vivienda en multipropiedad que hoy la tienes tu y la semana que viene ella. Los hijos son personas que ustedes dos decidieron tener en conjunto, porque ambos pensaron que la otra persona era la más adecuada para ello y que no tienen nada que ver en vuestra separación: "Se divorcian los padres, no los hijos", debería estar escrito en un cartel de neón en muchos juzgados de familia, porque a muchos y muchas se les olvida.

Pero volvamos a esa situación paterna. El padre tiene dos tardes a la semana y en dos tardes debe repartir su tiempo con el resto de la familia, porque esos niños también tienen abuelos, tíos, primos que también quieren verles y tú tienes que agarrar tu diminuto pedazo de pastel y partirlo en trozos más pequeños. Tienes dos tardes o un sábado y domingo para estar con ellos. Y te asaltan las dudas de como actuar en según que situaciones, que decirles si te preguntan porque no les puedes ver más.

Tienes poco tiempo para poder educarles o ponerles normas y más si en casa de mamá no las tienen. La cosa es más difícil cuando los niños son más pequeños. Muchas veces tienes 3 horas y ese niño se duerme la siesta (muy necesaria a ciertas edades) y al final sólo tienes tiempo de pasar un rato y correr para entregarle en hora.

Por eso, desde esta plataforma luchamos y abogamos por la Custodia Compartida. Porque no podemos borrar al padre de la foto (porque sientes que te han borrado de ella y que sólo estás para pagar la manutención a primeros de mes), porque es derecho de los hijos criarse con su padre, pero también es derecho y deber de un padre el estar con esos hijos, educarles, disfrutar de esa infancia que es una estrella fugaz: pasa volando y cuando menos te lo esperas tu hijo tiene 20 años y eres un desconocido para él.

Luchemos por el futuro de esos niños y no por arrebatar a miles de padres su función, su deber, su derecho y su mayor alegría: los hijos.

Porque como rezaba otro pasodoble de "Pa religión la mía" de Los Molina de Chiclana: "Que aunque no me puedas ver, lleva siempre por bandera a ese que no te puede a ti abrazar, no te puede besar, ni está a tu vera..... Lleva tu foto aquí en la cartera".

J.J. - CCI


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